viernes, 9 de marzo de 2012

EL " PADRE NICOLAS"


P. Gregorio Iriarte O.M.I.

“Padre Nicolás”, así le llaman en el barrio marginado cruceño “PLAN 3.000”, a Mons. Nicolás Castellanos, Obispo emérito de Palencia ( España)
Hace ya varios años que Mons. Castellanos renunció a la dignidad y al servicio pastoral de esa Diócesis española para venir a Bolivia y establecerse en uno de los barrios más populosos y más pobres de la ciudad de Santa Cruz, donde el 60% son pobres y el 40% vive en extrema pobreza.
Su denominación como “Plan 3.000” surgió a raíz de unas graves inundaciones en que numerosas familias quedaron sin sus casas y sus pertenencias y fueron asentadas en este barrio marginal.
Mons. Castellanos, (“Padre Nicolás”) es “Premio Príncipe de Asturias 1998” y viene realizando un trabajo promocional social y pastoral de dimensiones extraordinarias. Su proyecto titulado “Hombres Nuevos” ha sido catalogado como: “El proyecto humanista más amplio y más eficiente en toda América Latina”.
En efecto, bajo el impulso y el sentido organizativo y solidario de Mons. Castellanos se han construido 15 Unidades Educativas (Primaria y Secundaria) para 15.500 alumnos/as, así como 3 bloques de viviendas sociales; se ha puesto en marcha una Escuela de Informática y un gran Teatro Nacional para la formación de artistas; (único en Bolivia). El proyecto “Hombres Nuevos” apoya a 500 jóvenes becados en diversas Universidades y mantiene 5 comedores Populares donde desayunan y almuerzan 600 escolares. Ha creado una Escuela de Cultura Rítmica (cuatro veces Campeona Nacional) y una Orquesta Sinfónica Juvenil con 50 músicos, así como una Banda denominada “Ciudad de la Alegría” para tocar por la calles del barrio. También se ha creado un área Polideportiva con varias cachas y piscinas y se mantiene una residencia para Universitarios de bajos ingresos. Se ha construido una casa-residencia para encuentros sociales y religiosos y una hermosa basílica, exponente del estilo chiquitano. Se ha puesto en función un vivero para apoyar a las microempresas, así como una Hospital “Virgen Milagrosa” con equipamiento moderno. Se han perforado pozos para extracción de agua potable para todo el barrio y se han puesto en funcionamiento 3 Jardines Infantiles, una panadería popular y un centro de recuperación nutricional. También, por iniciativa de Mons. Castellanos, cuenta el barrio con un Consultorio Óptico de moderno equipamiento y una ambulancia para el servicio de los enfermos. También funciona un Centro de Trabajos Artesanales y un equipo de Promotores para el uso del Tiempo Libre y la Lucha contra la Desocupación. Igualmente está en plena expansión un gran proyecto de equipamiento para Bibliotecas y Ludotecas, una Casa de Acogida para los ancianos y ancianas y un Centro para niños/as de la calle….
Pero si a alguno de ustedes les viene la lógica curiosidad de querer conocer personalmente todo este proyecto promocional, tan amplio, tan eficiente y tan bien estructurado, se llevarán una nueva sorpresa al preguntar donde vive ese gran promotor social y le indicaran una casa muy humilde, una especie de pahuiche cruceño, donde no hay ni televisor ni coche personal.!!!! A esa humilde casa, la gente de barrio le llaman, con gran sentido de humor: “El Palacio del Padre Nicolás”.!!!!


Nuestras próximas actividades a realizarse en la Casa CBR en la ciudad de Cochabamba son: Junta ampliada los días 27 y 28 de marzo y la XXXI Asamblea General los días 29 y 30 de Marzo.

jueves, 23 de febrero de 2012

MENSAJE DEL PAPA PARA LA XLIX JORNADA MUNDIAL DE ORACION POR LAS VOCACIONES

29 DE ABRIL DE 2012 – IV DOMINGO DE PASCUA


Tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios

Queridos hermanos y hermanas:

La XLIX Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, que se celebrará el 29 de abril de 2012, cuarto domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios.

La fuente de todo don perfecto es Dios Amor – Deus caritas est -: “quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). La Sagrada Escritura marra la historia de este vínculo originario entre Dios y la humanidad, que precede a la misma creación. San Pablo, escribiendo a los cristianos de la ciudad de Éfeso, eleva un himno de gratitud y alabanza al Padre, el cual con infinita benevolencia dispone a lo largo de los siglos la realización de su plan universal de salvación, que es un designio de amor. En el Hijo Jesús –afirma el Apóstol- “nos eligió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor” (Ef 1,4). Somos amados por Dios incluso “antes” de venir a la existencia. Movido exclusivamente por su amor incondicional, Él nos “creó de la nada” (cf. 2 M 7, 28) para llevarnos a la plena comunión con Él.

Lleno de gran estupor ante la obra de la providencia de Dios, el Salmista exclama: “Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que te cuides de él?” (Sal 8, 4-5). La verdad profunda de nuestra existencia está, pues, encerrada en ese sorprendente misterio: toda criatura, en particular toda persona humana, es fruto de un pensamiento y de un acto de amor de Dios, amor inmenso, fiel, eterno (cf. Jr 31, 3). El descubrimiento de esta realidad es lo que cambia verdaderamente nuestra vida en lo más hondo. En una célebre página de las Confesiones, san Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, suma belleza y amor, un Dios que había estado siempre cerca de él, y al que al final le abrió la mente y el corazón para ser transformado: “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti” (X, 27, 38). Con estas imágenes, el Santo de Hipona intentaba describir el misterio inefable del encuentro con Dios, con su amor que transforma toda la existencia.

Se trata de un amor sin reservas que nos precede, nos sostiene y nos llama durante el camino de la vida y tiene su raíz en la absoluta gratuidad de Dios. Refiriéndose en concreto al ministerio sacerdotal, mi predecesor, el beato Juan Pablo II, afirmaba que “todo gesto ministerial, a la vez que lleva a amar y servir a la Iglesia, ayuda a madurar cada vez más en el amor y en el servicio a Jesucristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia; en un amor que se configura siempre como respuesta al amor precedente, libre y gratuito, de Dios en Cristo” (Exhort. Ap. Pastores dabo bobis, 25). En efecto, toda vocación específica nace de la iniciativa de Dios; es un don de la caridad de Dios. Él es quien da el “primer paso” y no como consecuencia de una bondad particular que encuentra en nosotros, sino en virtud de la presencia de su mismo amor “derramado en nuestros corazones por el Espíritu” (Rm 5,5).

En todo momento, en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo. Como escribí en mi primera encíclica Deus caritas est, “de hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía” (n. 17).

El amor de Dios permanece para siempre, es fiel a sí mismo, a la “palabra dada por mil generaciones” (Sal 105, 8). Es preciso por tanto volver a anunciar, especialmente a las nuevas generaciones, la belleza cautivadora de ese amor divino, que precede y acompaña: es el resorte secreto, es la motivación que nunca falla, ni siquiera en las circunstancias más difíciles.

Queridos hermanos y hermanas, tenemos que abrir nuestra vida a este amor; cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre (cf. Mt 5, 48). La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar “como” lo hace Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don total de sí mismo fiel y fecundo. San Juan de la Cruz, respondiendo a la priora del monasterio de Segovia, apenada por la dramática situación de suspensión en la que se encontraba el santo en aquellos años, la invita a actuar de acuerdo con Dios- “No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor, ponga amor, y sacrá amor” (Epistolario, 26).

En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de este amor, nacen y crecen todas vocaciones. Y bebiendo de este manantial mediante la oración, con el trato frecuente con la Palabra y los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, será posible vivir el amor al prójimo en el que se aprende a descubrir el rostro de Cristo Señor (cf. Mt 25, 31.46). Para expresar el vínculo indisoluble que media entre estos “dos amores” –el amor a Dios y el amor al prójimo- que brotan de la misma fuente divina y a ella se orientan, el Papa san Gregorio Magno se sirve del ejemplo de la planta pequeña: “En el terreno de nuestro corazón, (Dios) ha plantado primero la raíz del amor a Él y luego se ha desarrollado, como copa, el amor fraterno” (Moralium Libri, sive expositio in Librum B. Job, Lib. VII, cap. 24, 28; PL 75, 780D).

Estas dos expresiones del único amor divino han de ser vividas con especial intensidad y pureza de corazón por quienes se han decidido a emprender un camino de discernimiento vocacional en el ministerio sacerdotal y la vida consagrada; constituyen su elemento determinante. En efecto, el amor a Dios, del que los presbíteros y los religiosos se convierten en imágenes visibles –aunque siempre imperfectas- es la motivación de la respuesta a la llamada de especial consagración al Señor a través de la ordenación presbiteral o la profesión de los consejos evangélicos. La fuerza de la respuesta de san Pedro al divino Maestro: “Tú sabes que te quiero” (Jn 21, 15), es el secreto de una existencia entregada y vivida en plenitud y, por esto, llena de profunda alegría.

La otra expresión concreta del amor, el amor al prójimo, sobre todo hacia los más necesitados y los que sufren, es el impulso decisivo que hace del sacerdote y de la persona consagrada alguien que suscita comunión entre la gente y un sembrador de esperanza. La relación de los consagrados, especialmente del sacerdote, con la comunidad cristiana es vital y llega a ser parte fundamental de su horizonte afectivo. A este respecto, al Santo Cura de Ars le gustaba repetir: “El sacerdote no es sacerdote para sí mismo; lo es para vosotros” (Le curé d’Ars. Sa pensèe – Son coeur, Fi Vivante, 1966, p. 100).

Queridos Hermanos en el episcopado, queridos presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, catequistas, agentes de pastoral y todos los que os dedicáis a la educación de las nuevas generaciones, os exhorto con viva solicitud a prestar atención a todos los que en las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos advierten la manifestación de los signos de una llamada al sacerdocio o a una especial consagración. Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos “sí”, en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios.

Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el “centro vital” de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la “gran medida” del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino.

Deseo que las Iglesias locales, en todos sus estamentos, sean un “lugar” de discernimiento atento y de profunda verificación vocacional, ofreciendo a los jóvenes un sabio y vigoroso acompañamiento espiritual. De esta manera, la comunidad cristiana se convierte ella misma en manifestación de la caridad de Dios que custodia en sí toda llamada. Esa dinámica, que responde a las instancias del mandamiento nuevo de Jesús, se puede llevar a cabo de manera elocuente y singular en las familias cristianas, cuyo amor es expresión del amor de Cristo que se entregó a sí mismo por su Iglesia (cf. Ef 5, 32). En las familias, “comunidad de vida y de amor” (Gaudium et spes, 48), las nuevas generaciones pueden tener una admirable experiencia de este amor oblativo. Ellas, efectivamente, no sólo son el lugar privilegiado de la formación humana y cristiana, sino que pueden convertirse en “el primer y mejor seminario de la vocación a la vida de consagración al Reino de Dios” (Exhort. Ap. Familiaris consortio, 53), haciendo descubrir, precisamente en el seno del hogar, la belleza e importancia del sacerdocio y de la vida consagrada. Los pastores y todos los fieles laicos han de colaborar siempre para que en la Iglesia se multipliquen esas “casas y escuelas de comunión” siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, reflejo armonioso en la tierra de la vida de la Santísima Trinidad.

Con estos deseos, imparto de corazón la Bendición Apostólica a vosotros, Venerables Hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que con corazón dócil se ponen a la escucha de la voz de Dios, dispuestos a acogerla con adhesión generosa y fiel.

Vaticano, 18 de octubre de 2011

lunes, 11 de julio de 2011

MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS



CRISTO RESUCITADO, NUESTRA GRAN ESPERANZA

Los Obispos de Bolivia, reunidos del 5 al 10 de mayo en la XCI Asamblea Plenaria, saludamos a todo el Pueblo de Dios en el espíritu pascual de Cristo Resucitado.

El propósito de nuestro mensaje es para hacerles partícipes de nuestras inquietudes pastorales, que hemos estudiado y reflexionado, a la luz de los criterios del Evangelio, en estos días de comunión y oración fraternal.

Acabamos de celebrar los grandes acontecimientos de nuestra salvación en la Semana Santa, con una participación masiva y devota de los fieles en todas las jurisdicciones de la Iglesia. Eso nos anima y compromete a profundizar nuestra tarea evangelizadora, para que la fe y la vida plena en Cristo lleguen a todos los hombres. Que en este tiempo pascual, la resurrección de Jesús fortalezca y avive nuestra esperanza, para disipar todo signo de muerte y comprometernos con mayor entusiasmo en el anuncio del Reino de Dios.

En la reciente carta pastoral
[1] señalamos con claridad el camino para hacer efectiva la alegría pascual. Exhortamos a todos los fieles y personas de buena voluntad a profundizar sus contenidos y orientaciones, que nos ayudan y motivan a seguir trabajando por una Iglesia dinámica y misionera y por una patria más igualitaria, próspera y justa. Pedimos a todos los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y laicos promuevan la difusión de la Carta Pastoral a todos los niveles eclesiales y civiles, para que se convierta en un instrumento de comprensión y transformación de nuestra realidad boliviana desde la fe.

Un gran estímulo y signo de esperanza es la beatificación de Juan Pablo II, quien en su visita a Bolivia en mayo de 1988, nos dejó imborrables recuerdos de su ardor misionero, su pasión por el Evangelio y su íntimo amor a Cristo y María su Madre. Este acontecimiento eclesial nos llena de alegría y nos anima a todos a seguir con mayor entusiasmo el camino de la santidad y el compromiso misionero, con un accionar cotidiano acorde a nuestra fe y a los dones, carismas y ministerios con que el Espíritu Santo nos ha enriquecido.

Con el relanzamiento de la Misión Permanente queremos llamar a todos los bautizados a ponerse en estado de misión, para que no limiten su acción evangelizadora a algunas actividades puntuales. Que descubran progresivamente que se trata de un modo de ser esencial a la identidad cristiana. Debemos despertar y activar nuestra vocación misionera.

Queremos hacer un llamado especial a la juventud, para que con sus energías y entusiasmo se pongan al servicio de Cristo y su Reino. Los convocamos a preparar con la oración y la reflexión la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, que se realizará en el mes de agosto, con el lema “Enraizados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Que este magno acontecimiento los motive a profundizar su encuentro personal con el Señor y decidan vivir con valentía su condición de jóvenes discípulos misioneros.

UNA MIRADA A NUESTRA REALIDAD SOCIAL

Desde nuestro análisis de la realidad eclesial y social efectuado en la Carta Pastoral y en la presente Asamblea, nos sentimos obligados a manifestarles nuestras preocupaciones y nuestros anhelos, que expresamos a continuación.

Felicitamos a los periodistas y a todos los trabajadores de la prensa en su día. Conocemos su problemática y las dificultades que encuentran en el ejercicio de su profesión. Les animamos a seguir en su indispensable servicio a la sociedad, guiados por la búsqueda de la verdad y el bien. Hacemos nuestras las expresiones del Beato Juan Pablo II en su saludo a los periodistas: “Deseo manifestarles que siento profunda estima por su profesión, a la que considero de suma importancia y trascendencia para la vida de la sociedad. Les aliento a realizar siempre sus tareas informativas con un gran sentido de ética profesional y de constante atención a la inspiración moral que debe guiarlas. Esto les hará sentir auténticos promotores del bien común, y nunca usuarios privilegiados de potentes medios de difusión al servicio de intereses particulares o conveniencias sectarias” (Discurso del 9-5-88).

Nos preocupa la persistencia de las migraciones, que siguen afectando a las familias bolivianas, especialmente en las zonas rurales y marginales; aunque aportan beneficios económicos a una parte de la población, sin embargo en muchos casos provocan la desintegración familiar y la pérdida de identidad cultural y social. “Es urgente dar respuesta en capacitación y oportunidades a los jóvenes precautelando nuestros recursos humanos, base fundamental para el desarrollo integral. El generar empleo es la única manera de reducir la migración de este potencial humano para que aporte al desarrollo de nuestro país” (CP 141).

La elección de los jueces del Tribunal Supremo de Justicia es una oportunidad para el ejercicio de la democracia. Este proceso exige que los ciudadanos tengan un conocimiento suficiente de los candidatos y su idoneidad y honestidad, para poder optar con libertad y conciencia, en el marco de reglas justas y transparentes. De esta manera se evitarían desconfianzas y riesgos de conflictos. Es importante que el Poder Judicial tenga una aceptación mayoritaria del pueblo boliviano y sea realmente independiente para ejercer la justicia con ecuanimidad y procurar la paz en nuestro país. Como lo afirmamos en nuestra Carta Pastoral: ‘Las Constituciones de los Estados modernos, al definir las relaciones que deben existir entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, garantizan a este último la independencia necesaria en el ámbito de la ley” (CP 84).

El tema educativo sigue siendo prioritario en nuestro País, si queremos salir de la situación de pobreza y marginación. Por eso reafirmamos nuestra postura expresada en la Carta Pastoral: “La educación es responsabilidad de todos, no sólo del Estado, especialmente de las familias y de la sociedad civil. Es propio de Estados no democráticos usurpar a la sociedad el derecho a participar en la tarea educativa” (CP 107). Por lo tanto alentamos a reconocer el derecho de un servicio educativo cualificado, libre y diversificado, en beneficio del desarrollo integral de la persona. En el marco de esta visión, pedimos el cumplimiento del compromiso asumido y ratificado en varias oportunidades por el Gobierno de firmar el convenio con la Conferencia Episcopal Boliviana.

Valoramos los esfuerzos y medios empleados por las autoridades para concientizar a la población acerca del problema ecológico. No obstante, en nuestra vida diaria sufrimos las consecuencias de la contaminación ambiental, causada, entre otros factores, por la deforestación, el uso irresponsable de los recursos naturales en la industria y minería, el smog de los vehículos, la acumulación de basura en las ciudades; males éstos que arrastramos desde muchos años. “No ignoramos lo difícil que es articular, conceptual y prácticamente, un justo equilibrio entre el interés por contar con mayores recursos y la necesidad de conservar nuestro hábitat, sin embargo hace falta una mirada previsora para salvaguardar el medio ambiente para las presentes y futuras generaciones” (CP 71).

Hay un sentimiento generalizado de inseguridad en la ciudadanía por el crecimiento desmesurado de la violencia contra las personas, que llega al extremo de quitar la vida. Se ha perdido el sentido sagrado de la vida, debido a una mentalidad relativista, sin valores humanos y cristianos, ni principios éticos y morales. Esta cultura de muerte está penetrando en nuestra sociedad, con múltiples manifestaciones, e incluso va tomando carácter legal, como se constata en la “Ley departamental de Juventud”, del departamento de Santa Cruz, contradiciendo las raíces cristianas de este pueblo marcadas por el signo de la Redención. Con el pretexto de salvaguardar la salud integral de la juventud, se promueven programas de “salud sexual reproductiva”. Este concepto permite la utilización indiscriminada de todos los medios anticonceptivos y, lo que es más grave, abre la puerta al aborto (Cf. Art. 14, d).

Otro tema que hemos reflexionado es el valor del matrimonio religioso, que es de institución divino-natural y que Cristo nuestro Salvador ratificó como sagrado. Nos dirigimos a los hermanos católicos, en especial a los que viven en concubinato para que regularicen su situación familiar, como invita San Pablo: “Quien se casa, que se case en el Señor”(Cfr. 1Cor 7,39). Por tanto, aunque es importante ante el Estado y la sociedad el matrimonio civil, el único matrimonio lícito y válido para los bautizados se realiza con el vínculo sacramental con la debida preparación.

La Virgen María, invocada y venerada con tanto amor en todos los rincones de nuestra Patria, en este mes de mayo, nos ayude a anunciar a su Hijo Jesús, nuestro Maestro y Salvador.

Cochabamba, mayo de 2011

LOS OBISPOS DE BOLIVIA
[1] Conferencia Episcopal Boliviana, Carta Pastoral: “Los católicos en la Bolivia de hoy: presencia de esperanza y compromiso”.

viernes, 18 de febrero de 2011

EL SECRETO DE LA FELICIDAD



P. Gregorio Iriarte o.m.i.


* La felicidad empieza en el interior de tu corazón y consiste en un estado de armonía contigo mismo.
* La felicidad es una elección tuya y puedes hacerla en cualquier momento.
* Tú eres el reflejo de tus propios pensamientos. Deja de pensar mal de ti. Debes aprender a ser amigo de ti mismo.

* El verdadero ideal no está en ser perfecto, sino en ser un poco mejor cada día
* Debes sentirte siempre agradecido de lo que eres.
* Solo puedes tener paz en tu interior si tú mismo te la proporcionas.

*Para poner armonía en tus relaciones con los demás, primero debes lograr la armonía dentro de ti mismo.

* Tus pensamientos son los que te hacen sentirte feliz o desdichado.
* Tú eres el único que puede controlar tus propios pensamientos.
*Si eres capaz de cambiarte a ti mismo, el mundo cambiará contigo.
* Cuánto más te conozcas a ti mismo serás mucho mejor.
* La sonrisa es muy importante para desarrollar tu autoestima.
* La vida tiene derecho a sorprendernos: aprende a vivir el presente sin traumas del pasado y sin excesivas expectativas del futuro.

* Mientras tengas resentimientos y odios no llegarás a sentirte feliz.
* El perdón es muy importante pues te libera a ti mismo del rencor.
* Trata de entender a las personas que te rodean: quiéreles como son, sin intentar cambiarles.
* Tus verdaderos amigos/amigas son aquellos/aquellas que te aceptan sin juzgarte y sin querer cambiarte.
* La persona que es capaz de cambiar sus propios pensamientos puede cambiar el destino de su vida.
* Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas.
* El más importante de los bienes después de la salud es la paz interior.
* Dios no ha creado fronteras: mi objetivo debe ser la amistad con todo el mundo.
* No pongas el ideal de tu vida en recibir honores sino en merecerlos.
* Piensa que estás llamado a transformar el mundo comenzando por transformarte a ti mismo.
* Tú puedes intentar ser como otras personas pero nunca debes pretender que los otros
sean como tú.
* Solo en la medida en que me vaya desprendiendo de mi “ego” puedo ir alcanzando la verdadera serenidad.
* Dios nos ama en cuanto somos “seres humanos” y no en razón de nuestros méritos o buenos comportamientos.
* Para vivir plenamente necesito sentirme amado en forma incondicional.
* La calidad del amor siempre está relacionada con el nivel de gratuidad.




miércoles, 29 de diciembre de 2010

PENSAMIENTOS PARA ORIENTAR TU VIDA EN EL AÑO 2011

(Del libro: SE AMIGO DE TI MISMO")

- Nadie es dueño de tu felicidad: eres tú mismo quien la debe construir. No esperes la oportunidad. Tú debes buscarla. Cada problema va acompañado de su solución.
- El único rival que tienes por delante eres tú mismo con tus propias debilidades e incoherencias. Sin embargo, eres un ser libre y la razón de tu vida es tu propia autorrealización. Pero no coloques tu ideal demasiado alto. El verdadero ideal no está en ser perfecto, sino en ser un poco mejor cada día.
- Tú eres el reflejo de tus propios pensamientos. Deja de pensar mal de ti y aprende a ser el mejor amigo de ti mismo. Aprende a sumergirte en tu interior: hay “otro/a” dentro de ti que te espera. Sonríe siempre y no esperes que el triunfo va a llegar sin esfuerzo de tu parte.
- Cree en ti mismo. Abraza tu singularidad, sin desmerecer la fe en los demás. No mires demasiado a los otros, ni te compares con ellos. Tú, eres tú. La razón de tu vida eres tú mismo y tu paz interior será fruto de tu propia valorización
- No trates de cambiar a nadie: cada uno es responsable de su propio cambio. Critica menos y no olvides de agradecer a Dios y a los tuyos por el cariño que te dan.
- No naufragues en el remolino de la publicidad. Huye del consumismo y no olvides que el más feliz no es el que más tiene sino el que menos necesita.
- Aprende a perdonarte a ti mismo y a reconciliarte con tus propias debilidades. Revitaliza cada día tu solidaridad y tu compasión, sin olvidar que estás llamado a transformar el mundo comenzando por transformarte a ti mismo.
- No discrimines ni juzgues a los demás, ni exijas que hagan lo que tú no has podido lograr. Ponte en su lugar y comenzarás a ser más tolerante. Cierra brevemente lo ojos, reflexiona un poco y empezarás a ver mejor.





jueves, 9 de diciembre de 2010

LA POLITICA Y LA IGLESIA


P.GREGORIO IRIARTE, OMI.


Para tener una idea clara de lo que se entiende por “política” conviene distinguir en ella tres distintos niveles:

a) “Lo político” abarca todo lo que se refiere a la vida de la sociedad, ya sea de carácter económico, social o religioso, tanto en lo personal como en lo colectivo. En el área de “lo político” podemos percibir que están presentes dos peligros: 1) el absolutizar los propios criterios u opiniones pretendiendo querer imponerlos a toda la sociedad y 2) el a-politicismo ingenuo que no llega a percibir la importancia de la dimensión globalizadora de lo político, cayendo en una total prescindencia personal de todo compromiso. El pedir y exigir que la Iglesia se dedique únicamente “a rezar” es caer en esa visión falsa e inoperante del “a-politicismo”. Ella surge de la idea errónea de que sólo los gobernantes y los dueños de importantes cuotas de poder tienen un pensamiento y unas capacidades apropiadas para encontrar soluciones al complejo fenómeno de “lo político.”

b) “La política, por el contrario, concierne a los partidos y a los gobiernos, mediante la conquista del poder y el ejercicio de ese mismo poder en bien de toda la sociedad. La forma más específica de acción política es la de los partidos. La política siempre está expuesta a caer en el maquiavelismo, que busca aumentar permanentemente las cuotas de poder, tratando de manejar y dominar las instancias más importantes del país.

c) “La politiquería” es la corrupción de la acción política cuando ésta se convierte en provecho exclusivo de las ambiciones particulares

La Iglesia tiene una dimensión vital en toda la existencia humana.
En el área de lo social es necesario que la Iglesia tenga una clara visión de los distintos planteamientos políticos para poder confrontarlos con los criterios del evangelio. Es su deber estar presente en el mundo para defender la paz y la justicia social a favor, sobre todo, de los más pobres. La Iglesia tiene una valoración positiva de lo político en general, así como del deber social de todas las personas. Los valores del evangelio son el mejor antídoto para no caer ni en la en la politiquería, ni en la corrupción, ni en el sectarismo o en el autoritarismo.

La Iglesia no puede identificarse con un partido político o con un gobierno en particular pero puede y debe poner en juego su autoridad e influencia cuando se trata de defender los derechos fundamentales de la ciudadanía y sus instituciones. En todo caso esta presencia de la Iglesia en nuestra sociedad debe estar animada siempre por una estrategia de diálogo permanente, buscando, en lo posible, el mayor bienestar para todo el pueblo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

DECALOGO BOLIVIANO

Víctor Codina sj

0-No voy a hacer una análisis económico, social y político sobre la situación del país (capitalidad de Sucre, inflación, resultados del referéndum, nacionalizaciones, polarización…), por más que sea necesario hacer este análisis. Tampoco voy a emitir juicios éticos sobre la coyuntura sino que voy a limitarme a dar algunos principios teológico-espirituales que ayuden al discernimiento que como Iglesia todos hemos de hacer, no sólo la jerarquía. Cada cual ha de hacer un discernimiento de forma personal, aunque también es conveniente hacerlo comunitariamente. Como dice GS también como cristianos hemos de respetar la legítima pluralidad de opiniones discrepantes en cuestiones temporales (GS 75), tanto más cuando se trata de un proceso histórico complejo y en continua evolución, que divide a la sociedad y a la misma Iglesia.

1-Pasar de la fenomenología de los acontecimientos (sociológicos, políticos…) y las anécdotas diarias de los MCS a una mirada de fe ante el Misterio de Dios presente en la historia. No basta un análisis económico, social o político del proceso de cambio que vive Bolivia, es necesaria una visión evangélica sobre la realidad, una mirada profética sobre la historia, como la de profetas de Israel, como la de Jesús y como la de los profetas y profetisas de la historia de la Iglesia.

2-Hay que creer que el Espíritu del Señor resucitado es el que guía no sólo a las personas y a la Iglesia sino la historia y la conduce a la escatología, al Reino pleno, preparando el Segundo advenimiento del Señor: los signos de los tiempos son señales de esta presencia del Señor en la historia, son un kairós, un tiempo oportuno.

3- Los signos de la presencia del Espíritu son los mismos que los de la primera venida de Jesús de Nazaret: un Reino donde haya prioridad para los pobres y pequeños, solidaridad, justicia, fraternidad, salud, respeto a las personas y a la naturaleza, amor, compasión, perdón para los pecadores, fe y confianza en el Padre que nos perdona, tolerancia, reconciliación, no violencia, no pretender el poder personal sino el servir, vida plena que desemboca en la comunión trinitaria. El Primer advenimiento del Señor es el criterio conocer si lo que sucede en la historia es signo del Reino y prepara el Segundo advenimiento, la tierra nueva y el cielo nuevo. .

4- Jesús no sólo anunció el Reino sino que denunció proféticamente el pecado (de escribas, fariseos, herodianos, sacerdotes, poderosos), por esto fue conflictivo, se enfrentó a la Teocracia judía y al Imperio y acabó en la cruz; toda presencia germinal del Reino en la historia es también conflictiva, pues hay quienes quieren mantener el “sistema”, vivir según “el mundo”, mientras que el Reino de Dios busca otro mundo diferente y alternativo al “mundo”, al “sistema”. El Reino siempre pasa por la cruz, para llegar a la Pascua. No deben extrañarnos los conflictos.

5-Pero además, a diferencia de la encarnación del Hijo en Jesús de Nazaret que fue transparente y sin pecado (y pesar de ello Jesús no fue aceptado por muchos), el Espíritu no se encarna en nadie sino que mueve a grupos y personas desde dentro, pero esta acción del Espíritu se mezcla con errores y pecados de las personas y grupos. La historia del pasado y del presente nos lo enseña, el Espíritu se hace presente ordinariamente en medio de ambigüedades y opacidades.

6-De ahí la necesidad que tiene la comunidad eclesial de discernir continuamente los acontecimientos y procesos históricos (no sólo los procesos personales o eclesiales) para saber:
1º si su dinamismo, a pesar de errores y ambigüedades, se orienta hacia el Reino (a la vida de las mayorías empobrecidas, a la justicia), si produce los frutos del Reino, o si se orienta a fortalecer el “sistema”, el “mundo”, los privilegios de las minorías excluyentes, es Anti-Reino. 2º además, como el fin no justifica los medios, hemos de examinar si los medios para realizar su objetivo son correctos desde el punto de vista humano, técnico, económico (¿son aptos, adecuados, prudentes, consiguen mejorar la vida del pueblo…?) y desde el punto de vista evangélico (¿se respetan los derechos humanos, la libertad, son violentos, son corruptos, abusivos?..).

En resumen hay que discernir si un proceso, concretamente este proceso de cambio que vive Bolivia, en su orientación y en su realización, está en la dirección correcta a pesar de sus muchos errores, o si es algo, que a pesar de algunos aciertos, no está en la dirección correcta; expresándolo con parábolas evangélicas preguntarnos si es trigo mezclado con cizaña, o es un árbol malo que da frutos malos

7-Para que la Iglesia en su conjunto, tanto jerarquía como fieles, pueda hacer un discernimiento evangélico y real, tiene que tener una actitud desapasionada (ojo sano, pureza de corazón, indiferencia, sin afectos desordenados) y analizar objetivamente por si misma la situación (no fiarse de los MCS: Evo Mesías /Anticristo, Bolivia: Suiza/Cuba, guerra civil…). Además para poder tener una mirada profética sobre la realidad tiene que tener una sintonía evangélica, una connaturalidad con Jesús y los valores evangélicos, porque no hay profecía sin mística.

8. Pero para que este discernimiento sea realmente evangélico hay que estar cerca del pueblo: la buena nueva es siempre alegría para los pobres (pastores de Belén) y cuestionamiento para los poderosos (Herodes y su corte). Hay que consultar a las CEBs, a gente de los barrios periféricos de la ciudad, a sectores populares campesinos, a mujeres cristianas del pueblo, a mineros y trabajadores… A los sencillos y pequeños han sido revelados los misterios del Reino. Dime con quien andas y te diré cómo piensas…

9-La Iglesia en su conjunto no puede permanecer neutral e indiferente ante los conflictos, ni invocar a un pacifismo ambiguo, que quiere estar bien con todos, como si los valores del Reino fuesen iguales a los del Anti-reino; mucho menos debe apoyar valores anti-evangélicos, cosa que escandaliza al pueblo pobre y sencillo. Yahvé no fue neutral en el Éxodo, ni tampoco Jesús en su tiempo. La Iglesia como comunidad y en concreto la jerarquía, ha de hacer un discernimiento evangélico y ser consecuente.

10.- En síntesis, hay que preguntarse si el actual proceso en su conjunto es abortivo, lleva a la muerte y al caos, es un retroceso en la línea del Reino, o bien es un parto doloroso que, en medio del dolor, gesta algo nuevo en la línea del Reino, de la escatología y del Segundo advenimiento del Señor, fruto del Espíritu que es Señor y dador de vida. En caso de conducir a la muerte es necesaria una postura de condena y resistencia, en caso de parto doloroso es preciso una actitud mayéutica (la de las parteras) para ayudar a que nazca una sociedad nueva.

Pero aunque un proceso histórico de momento fracase y aborte, el Espíritu sin duda volverá a suscitar en el futuro otros procesos de cambio en la línea del Reino, caminando hacia la escatología, hacia la tierra nueva y el cielo nuevo. Hemos de discernir pero no extinguir el Espíritu.